Nos levantamos casi sin prisa, hay que recoger la tienda, equiparse, pagar… y parece que esperan a que el sol salga y seque la tienda. Yo comienzo a recordar lo sucedido hace 5 años y me pongo algo nervioso de este retraso, de esta tranquilidad, ya que se nos hizo de noche caminando por en medio del Glaciar Aletsch intentando llegar al Refugio Konkordia. Si el glaciar está bien y te sabes el camino o por donde hay que ir en el glaciar, no se tarda tanto, pero por si acaso no quería que ocurriera lo mismo que la última vez que comencé a caminar por el Glaciar Aletsch.
Ha amanecido un día espléndido, soleado, y casi con la sensación de que será caluroso a pesar de estar a la sombra de la montaña y a la altura a la que nos encontramos. Será el primero de un seguido de fantásticos y soleados días. En este día el recorrido o actividad a realizar es bien sencilla: igual que hace 5 años saldremos de Fiesch para llegar al Refugio de Konkordia en mitad del Glaciar Aletsch. Exactamente había pensado en hacer el mismo recorrido, con lo que no tendremos que improvisar o revisar en el mapa el trayecto a realizar, todo está bien marcado y en mi memoria.
Salimos de Fiesch por el telecabina, el cual no recordaba y me parecía más grande y con más gente hace 5 años… curiosamente revisando las fotos y actividad mientras escribo el relato descubro que efectivamente hace 5 años subimos en una gran cabina de pie con 20 o 30 personas más… ahora es una “huevo” con dos bancadas en el que caben sentadas 6 personas. Curioso. El camping está más lleno pero las infraestructuras para turistas, senderistas o montañeros, más vacías…
Bajamos en Fiescheralp. Una vez aquí comprobamos que es cierto que hay muy poca gente, visitantes, turistas… y emprendemos el camino o recorrido hacia el encuentro con el Glaciar Aletsch. El “huevo” del telecabina sigue hacia arriba, hacia la cima de Eggishorn, pero nosotros seguiremos el recorrido que conozco pasando por Talligrät, desde el que tendremos una magnífica vista del glaciar y del paisaje, igual que hace 5 años. A pesar de estar a más de 2.200 metros de altura, no hace frío, no hace fresco, y el sol quema, calienta. Pero las vistas y el día son magníficos, increíbles.
No recuerdo el tipo de calceta que usé hace 5 años, pero sí recuerdo que llevaba la misma bota que llevo ahora. Este año he decido ponerme la calceta técnica de Lorpen, las azules con un tejido especial (que Manolet dice que es como el neopreno), pensando en las condiciones de frio y hielo, podrían ser las mejores para estos entornos con las botas que llevo… pero al parecer este año los Alpes se han convertido en los Pirineos de entretiempo…
En Talligrät paramos y nos hacemos fotos con vistas al glaciar y al paisaje. Ver de nuevo allá abajo el recorrido y hueco del gran Glaciar Aletsch, me emociona… lo pasé tan bien hace 5 años, y todo salió tan bien… Una pareja que ronda por este mismo recorrido, de los pocos que somos u estamos por aquí, nos hacen la foto conmemorativa y de recuerdo. Pau descubre un camino que baja de Eggishorn, de la cima de la montaña por que andamos, y junto con Manolet comenta que hubiera sido mejor haber seguido el telecabina hasta la cima y haber bajado de ella por el recorrido con el que nos topamos, antes que hacer este otro recorrido tan largo cargados con los mochilones. Por un lado, a pesar de que estas sendas están bien marcadas y no tienen pérdida, no quería realizar un recorrido diferente o desconocido al realizado hace 5 años, además de usar “demasiados medios artificiales” para la ayuda a realizar la actividad… eso sí, las vistas desde la cima de Eggishorn hubieran sido excepcionales…
De Talligrät bajamos rápido hacia el refugio Gletscherstube que queda abajo al otro lado junto a la presa o muro de un pequeño embalse, en Märjelen. Comienzo a sentir los talones, como si comenzara una leve rozadura, y pienso que no llevo bien atadas las botas, que las llevo algo sueltas, y por ello el leve roce… más abajo pararé para atarme bien las botas y deje de hacer esa leve molestia.
Frente a la entrada al glaciar una vez hemos bajado de Märjelen hacia el mismo, descubrimos el túnel que se forma, o la cueva de hielo, por la que el agua se cuela hacia el interior del mismo. Igual que hace 5 años. Nos paramos observando la gran masa de hielo, es increíble. No distingo si ha disminuido, si ha bajado o se ha hecho más pequeño en esos 5 años. Es impresionante. Observamos hipnotizados las formas y perfiles del hielo; es como un mar con olas heladas, quietas, blancas o grises. Pau y Manolet hablan de recorrido, de la ruta y de por dónde ir metidos en mitad del glaciar. Es como ver a un animal herido, en vías de extinción, un gigantesco ser enfermo con sus días contados en estas décadas. Ya no solo nos impresiona su visión, si no su estado, al menos lo que conocemos con el cambio climático y la rápida disminución o desaparición de los glaciares. Porque desde aquí y ahora, no observamos o no entendemos que este extenso glaciar esté desapareciendo… en el Refugio de Konkordia encontraremos más pistas…
Nos subimos al glaciar y comenzamos a buscar un camino que nos lleve sin muchos subibajas glaciar arriba el encuentro de Konkordia. El día sigue siendo increíble, soleado, pero al pisar el enorme glaciar, notamos al intenso frio que emana de él. Poco más adelante nos ponemos los crampones, y a partir de que la bota queda más rígida por llevarlos, el roce del talón poco a poco se irá convirtiendo en bambolla, y después herida, a lo largo del recorrido del día.
Vemos a un guía con sus clientes encordados dando una vuelta por el glaciar y volviendo hacia la salida de Märjelen. Le pregunto cómo está el camino para ir al Refugio de Konkordia, pero me responde que solo han dado una vuelta por este lado del glaciar… Al poco de comenzar el recorrido, Manolet nos dice de ir por el centro del mismo, donde está la morrena central, ya que en esta parte el glaciar suele tener menos grietas y es más horizontal. La reconoceremos por la línea de derrubios, piedras, rocas y tierra, que baja alineada por el centro del mismo, desde sus alturas o nacimiento. Y así hacemos. De todas formas no nos evitamos de saltar o driblar preciosas y bien formadas grietas.
A medida que caminamos por el glaciar siguiendo el mismo recorrido que aquella vez hace 5 años para llegar al Refugio Konkordia, pero intentado encontrar la parte del glaciar más amable, observo al precioso y espectacular paisaje de esta alta montaña alpina, lo comparo con los recuerdos de hace 5 años. Me maravillo. Aparte el día y su luminosidad son increíbles… antes pensábamos que de estos días solo habían 2 o 3 al mes en los Alpes… pero el tiempo, el clima ha cambiado; parece que este año, en este final de primavera y verano, lo raro es tener días de mal tiempo o de nubes y frío… Al fondo descubro la rampa o ladera de subida del enorme glaciar culminando en picudas montañas anteriores a Mönch y al Jungfrau, agrestes y espectaculares, con la zona del Jungfraujoch en el centro y antes de comenzar a caminar, la forma del famoso Mönch al fondo. Impresionante.
Como hace 5 años avanzamos poco a poco sin parar por el glaciar mientras observamos como nos acercamos al cruce de glaciares, a las esquinas de las montañas, de esos cordales que rodean y guardan al valle del Glaciar Aletsch, culminados en las alturas por crestas y agujas cortantes; mientras echamos la vista atrás y comprobamos como la distancia con la salida de Märjelen, se va ampliando, pero el avance con los crampones puestos por el glaciar es lenta pero constante, o las distancias son muy grandes.
Por suerte no nos está pasando el tiempo como hace 5 años y avanzamos más rápidos que entonces. Más cerca del encrespado Refugio de Konkordia, ya tengo que ir observando la gran roca que queda casi bajo él a la derecha, y que es la marca y señal desde donde salía la senda que subía al refugio, descubierta en plena noche por Luis Segura hace 5 años. Al menos esta vez la recuerdo y no tendremos pérdida. Les comento a los compañeros: “conozco un camino secreto que sube el refugio”. Y les indico hacia donde hay que ir para subir al mismo sin necesidad de dar la vuelta, de girar el espolón donde se encuentra el refugio para subir por la famosa escalera de aluminio que salva los 150 metros de altura entre el fondo del glaciar y la ubicación del Refugio Konkordia.
Dejamos el centro del glaciar que ya comenzaba a llenarse de grietas, y salimos en diagonal desde el lugar donde estamos hacia el límite derecha del mismo, bajo las morrenas y tierras vivas verticales, llenas de piedrecillas, piedras, rocas… sueltas, en busca de aquella roca enorme que nos marca el caminillo de ascenso “escondido” hacia el refugio entre paredes de roca viva y pendientes de tierra y piedras sueltas. No es demasiado difícil llegar, a pesar de que el terreno, el hielo del glaciar se comporta como un laberinto: hacia delante, atrás, por aquí, para allá… intentando salir de él.
Pero por fin llegamos a las inmediaciones de la gran roca la cual tiene una marca roja, un punto rojo, pero no veo el seguimiento del recorrido, de la senda, la cual nos encontramos en mitad de la noche hace 5 años. Subo ladera arriba por la pendiente vertical y peligrosa de piedras y tierra suelta, pero no encuentro la nombrada senda, no está… me paro y observo el terreno: parece que ha habido un gran derrumbe y se ha llevado el camino, no hay camino. Pau decide no subir a buscar la senda que yo buscaba, y seguir por los límites de la morrena y el glaciar en busca de su escalera metálica… y encuentra un gran hito, unos metros más adelante, desde el cual parece que sale un caminito (difícil de ver) entre las rocas sueltas en busca de un sitio por la encrespada ladera que nos suba al refugio. Entonces intentamos acercarnos a él para seguir por el nuevo recorrido descubierto.
Ciertamente después del derrumbe y ante lo peligroso del lugar, con todo el terreno en movimiento, se abrió otro recorrido de subida poco más adelante menos peligroso pero aun así encrespado, incluso con alguna cuerda atada a la roca para poder superar ciertos pasos (que con el mochilón podrían ser interesantes de pasar). Poco más arriba el nuevo recorrido se une al antiguo recorrido; una bandera, una cruz de hierro y otros enormes hitos de piedras, así nos lo indican. Hay que seguir estas señales y marcas rojas hasta dar con el recorrido antiguo que no se derrumbó, por el que subimos por pasillos y escalones de madera cogidos a la roca y al vertical terreno… no son dos minutos, pero en un tiempo de subida llegamos por fin hasta la ubicación del Refugio de Konkordia a 2.850 mts.
Mi idea en este primer día de actividad era que no nos pasase como hace 5 años y poder llegar a tiempo al refugio, que no se nos hiciera ni tarde ni de noche, y así lo conseguimos. Me alegré por ello. No tuvimos contratiempos ni retrasos, menos por encontrar la nueva subida al refugio desde esta parte del glaciar, después del derrumbe de la antigua y clara senda. Y justo a las 18 horas llegamos al refugio, a la hora en la que dan la cena. Llegamos casi a mesa puesta.
Aparecen las primeas ampollas en los pies serias que tengo que tratar con Compeed. Será el preludio de lo que me esperará en esta actividad. El calor por la combinación de la bota y estas calcetas técnicas, harán que las ampollas no solo aparezcan si no que se agraven las heridas… pero de momento no les doy tanta importancia en este primer día, pienso que es porque tengo la bota (porque primero apareció en un pie, en lugar de los dos a la vez) suelta, mal atada.
El refugio está igual. Parece un hotel de montaña con su terraza y sus mesas, bancos, en la misma, aunque por dentro parece más pequeño de lo que realmente es el edificio. Nos dan una habitación casi para nosotros solos. Solo pocas personas más compartirán el espacio con nosotros. Al llegar de noche hace 5 años y salir temprano al otro día, no pude disfrutar del refugio y reconocerlo como cuando un gato llega a un lugar nuevo, pero esta vez ya será diferente.
En la cena nos sientan con otro grupo de españoles: un guía que normalmente vive en la Vall d’Àneu en los Pirineos, una chica de Alcoy, y un chico que no recuerdo de dónde venía. Parece que no son pareja. Parece que han coincidido al contratar al guía, o le sale más barato compartirlo. No queremos indagar más sobre el tema y nos conformamos con saber que es un guía con dos clientes. Hablamos de la actividad que queremos hacer mañana: el ascenso del Aletschhorn desde este refugio. Les enseño la subida que sería por un espolón vertical con pasos de I, II sostenido y uno de IIIº grado (que a priori no son dificultosos) pero en una cresta de casi 700 metros de largo, de recorrido. Antes de entrar al refugio y en su misma terraza, ya se podía ver parte de dicho espolón y recorrido de ascenso a la montaña, objetivo principal… las conclusiones fueron certeras…
El espolón nos podría llevar, viendo nuestra marcha y ritmo que llevamos, unas dos jornadas en salvarlo. Y antes tendríamos unas 3 horas de camino por parte del Glaciar Aletsch, en dirección al Refugio de Hollandia (que en un principio quería hacer noche allí para acercarnos mejor a la base de la montaña, y Manolet lo descartó “porque tocábamos demasiados refugios…”). Por eso no encontraba en internet ascensos de este pico por este lado, por su lado norte, por lo que llamaban la Haslerrippe, solo muy pocos que seguramente se harían con aproximación en esquís en invierno o primavera, cruzando rápidamente los glaciares llenos de nieve y sin grietas que salvar. Pensándolo bien eran una actividad soberbia, fuera de nuestras posibilidades, opciones y nivel (y de muchos otros) … ¡En qué estaría pensando! La cruda realidad me da una bofetada en plena cara pensando que podríamos hacer lo impensable. Ciertamente en esta improvisada actividad (una vez que no iba a Perú), quería hacer una montaña (o montañas relevantes), para compensar la suspensión de la expedición a los Andes, con un entrenamiento relevante no había contado con la parte técnica de estas montañas alpinas… poco a poco un cúmulo de despropósitos, condiciones y circunstancias harán que la actividad de esta salida a los Alpes no salga como yo había planeado y esperado… pero bueno, estamos en el primer día.
“¡Por ahí querías subir, Terrés!” me preguntaba entre irónica y sarcásticamente Manolet “Solo eran 700 metro de cresta de IIº”, respondo yo como si no fuera para tanto… Manolet creía que el ascenso a esta montaña, a pesar de toda la información enviada, era por la parte fácil, la vía normal que sale desde el sur, por otro valle paralelo al del Glaciar Aletsch, por ello no dijo nada y lo vio bien desde un principio… bueno, ahora no sirve de nada lamentarse… hay que buscar una alternativa, una solución, ahora que ya habíamos descartado totalmente el ascenso al magnífico Aletschhorn.
Como teníamos 2 noches en el Refugio de Konkordia, teníamos que pensar en una actividad para mañana que nos haga volver de nuevo a este punto, al mismo refugio. En un principio casi que nos decidimos por recorrernos el Glaciar Aletsch por el ramal que llaman Grosser Aletschfirn en dirección al pequeño pero cuco Refugio de Hollandia (Hollandiahütte), e incluso desde aquí poder comprobar, al pasar por al lado y su base, el espolón de Haslerrippe, para ver si era factible o no el abordaje de esta cresta… pero justo en nuestra habitación dormirá con nosotros un francés que sabe algo de castellano y nos dice que ha subido el pico Grünhorn, de 4.044 mts., y queda justo al norte, noreste del Refugio de Konkordia, y más cerca que la base del espolón de Haslerrippe, por el camino que nos llevaría hacia el Refugio del Finsteraarhorn (que hice hace 5 años) pero sin llegar al collado que separa los valles, por otro valle glaciar, el Grüneggfirn, contrario al Grosser Aletschfirn que se dirige a Hollandiahütte. Con lo que nuestras aspiraciones para mañana cambiarán teniendo la ilusión de ascender un cuatro mil desde el Refugio Konkordia… además nos dice que mucha gente que viene a este refugio lo sube, no tiene dificultad (teniendo en cuenta el mínimo de dificultad en común de los picos alpinos) … eso sí, las condiciones son nefastas, no son buenas, la montaña está como si estuviéramos en septiembre, sin nieve, con caída de piedras… peligroso e incómodo, nos comenta el compañero francés.
Con lo que al final nos vamos a dormir con la desilusión de no hacer mi obsesivo Aletschhorn, pero con la esperanza de al menos subir el Grünhorn; aquella montaña nombrada tantas veces por Toni cuando tenía las magníficas vistas de ésta desde la terraza y ventanas del Refugio del Finsteraarhorn… “¡Los Grosses!”, decía…