Nos levantamos temprano para desayunar entre las 07:00 y las 07:30 con la intención de salir como muy tarde a eso de las 08:00. Puede ser buena hora para hacer una actividad de ruta entre refugios pero ya es tarde para ascender a un pico y más con las condiciones que tenemos este año… de hecho el compañero de habitación no sé si nos dijo que se levantó a las 3 de la mañana…
Quizás estábamos con el shock por mi frustrado ascenso al Aletschhorn por este lado, o porque en un principio íbamos a ir a HollandiaHütte, o por que esperábamos que más gente del refugio saliera en busca de este pico y entonces nos abrirían camino, iríamos detrás para ver los pasos y lugares por donde ir… el caso es que salimos sobre las 08:00 horas en busca del Grünhorn; tarde por las condiciones actuales como he dicho pero en tiempo si fueran las normales o mejores.
Antes de salir aprovecho para admirar y hacer fotos al fantástico y alpino paisaje que desde la terraza del refugio Konkordia se vislumbra. Ya lo recordaba y describía cuando lo visité hace 5 años cuando salimos del Refugio Konkordia al del Finsteraarhorn… solo han sido 5 años pero parece que ha pasado mucho más tiempo. Es impresionante poder contemplar ese grandioso valle de hielo que desde las alturas del Jungfrau y el Mönch a la derecha y al norte, donde aún queda aún blanco de nieve, baja suavemente entre crestas y espolones afilados plagados de agujas, glaciares colgantes, cimas picudas… espectacular. Y justo delante de donde nos encontramos, el Glaciar Aletsch que baja del lugar mencionado, se encuentra con otros 3 valles glaciares con más o menos cantidad de hielo; un enorme cruce de valles glaciares los cuales desaparecen para hacer de uno solo hacia el sur, por el que hemos venido caminando desde Märjelen, y que sigue más allá de este punto, enorme y grandioso valle de hielo moviéndose; Konkordia. Y justo enfrente, al otro lado de Konkordia, de este grandioso cruce, el otro enorme valle de hielo y glaciar que se acerca al solitario y extraordinario Refugio de Hollandia (HollandiaHütte), el Grosser Aletschfirn; con las verticales, abruptas e inhóspitas vertientes de la cresta y cordal de montañas, y cimas, coronadas o protagonizadas por el imposible Aletschhorn… a pesar de, seguramente haberlo descrito hace 5 años, el lugar es de tal belleza alpina que bien merece como mínimo otra detallada descripción. Extraordinario.
Amanece otro día idílico, increíble, de sol y visibilidad, el sol roza las alturas, las cimas, entre rocas peladas de nieve, agrestes, abruptas, y con esos pequeños glaciares, neveros colgantes, que salen de la oscuridad con esos tonos pastel, naranja, azulado… precioso. Al fondo aparece el Jungfrau, reconocible, imponente y atrayente. Es una buena, excepcional cima para dedicarle una actividad, una visita, solo a ella.
El día ya ha dejado los colores del amanecer hace tiempo cuando nos disponemos a salir del refugio en busca de las laderas sur del Grünhorn, cuando el sol ya casi impera, en este día tan magnífico, en este extraordinario rincón de los grandiosos Alpes. Mis talones siguen heridos. Las bufetas, ampollas, se rompieron y he tenido que ponerme Compeed que harán su función durante un tiempo. Anoche ya me hice las curas… no llego a pensar o no quiero pensar que estas heridas irán a más o no se curarán, ya que el Compeed suele ser milagroso a veces.
Ahora sí bajamos por las famosas escaleras de aluminio de unos 200 escalones y 150 metros de desnivel que desde la ubicación del Refugio Konkordia, te deja casi en la base horizontal del hielo del Glaciar Aletsch, pero siempre lleno de derrubios tierra y piedras, como es normal en la parte del glaciar pegada a sus límites, y que forma las morrenas. Manolet me sorprende, se coge con las 2 manos a la barandilla como si tuviera un vértigo enorme por bajar por ahí, y así era; iba escalón a escalón con los dos pies, y con las dos manos cogidas a la barandilla que hubiera en ese momento y parte de la larga y aireada escalera. No conocía este molesto vértigo a las escaleras de aluminio aireadas de Manolet… es cierto que impresiona, es como caminar por el vacío, como si la escalera no se aguantara más que por el “espesor del aire”, pero al final se recorre bien y sin problemas. Curioso.
Llegados abajo de la escalera y ya en los límites pedregosos, arenosos, pero sobre el hielo resquebrajado del Glaciar Aletsch, giramos hacia la derecha en busca de otro valle de hielo que sigue hacia el este, al norte, noreste del Refugio Konkordia, que sube hasta el Grünhornlücke o collado de Grünhorn; es el Grüneggfirn. Justo el mismo recorrido que comenzamos hace 5 años para ir del Refugio Konkordia hacia el Refugio del Finsteraarhorn. No tiene pérdida. Pero había que desviarse de dicho recorrido en un punto antes de llegar al nombrado Grünhornlücke.
El camino es fácil de seguir. Igual que el día anterior es seguir por el fondo del valle tocando el glaciar, valle arriba, siempre intentando ir por donde menos resbale el hielo, hasta que ya inevitablemente tenemos que ponernos los crampones. No vemos a nadie más excepto de nosotros; esa “caravana” de montañeros que querían subir el Grünhorn no existe. En un principio estamos solos… pocos minutos después aparece el guía y sus clientes españoles que nos siguen y poco después nos adelantan… él nos indicó anoche por donde era la subida, estimada, al Grünhorn.
Poco a poco observamos la ladera y pendiente de la montaña que va quedando a la izquierda: son las vertientes sur del Grünegghorn. Pico antecesor al Grünhorn que queda detrás de él hacia el norte pero a más altura. Y en un gran hueco de la montaña aparece un sistema de glaciares, grandes y pequeños, unos más arriba y otros más abajo, que cuelgan de esta pendiente hacia las alturas de estas montañas. El guía con sus clientes españoles nos señala con el bastón una dirección de montaña arriba justo detrás de ellos (nos han adelantado y están más cerca de esta ladera), indicando la subida habitual o su ruta, hacia la cima del Grünhorn.
Giramos nuestra dirección dejando al glaciar principal aquí abajo, y que sube a lo largo del valle hacia el Grünhornlücke, para ir por el lado izquierdo del sistema de glaciares de esta ladera que mira al sur desde el Grünhornlücke, a la vez que dejamos las paredes y crestas de esta montaña a la izquierda. Entre los glaciares, morrenas de piedras y rocas sueltas, y las paredes de la montaña, cambiamos de dirección de ir al norte en lugar de al este o noreste… al guía con los clientes españoles los perdemos mientras suben al Grünhornlücke camino del Refugio del Finsteraarhorn
Ciertamente un ascenso o avance caótico. No hay hitos, marcas, solo las formas agrestes e inhóspitas de la montaña… se supone que, en estas fechas, esta parte está llena de nieve que te ayudan en el ascenso, pero este año todo está pelado (o casi todo), subimos por hielo duro de glaciares, piedras sueltas muy incómodas de pisar por la verticalidad del terreno… en definitiva un avance algo más lento de cómo debería de ser e incómodo. Los talones de mis botas comienzan a hacerme daño de nuevo. Las heridas no llegan a curarse. No tengo otras calcetas, y éstas que llevo tan técnicas, junto con las botas Salewa, seguirán haciéndome daño y descarnando la piel con el movimiento de las botas, sobre todo en subida.
Llegados a un punto, sacamos la cuerda y nos encordamos algo más arriba. Mientras veíamos el suelo congelado de los glaciares o de las rocas, no pasaba nada, pero al entrar en los deshechos y poco fiables neveros sobre las placas glaciares de más arriba, donde por fín encontramos huellas, nos encordamos por miedo a las grietas bajo la blanda e inestable nieve… tendríamos que haber salido mucho antes, ya que, si ya estaba la nieve algo rara a estas horas de la mañana, en la bajada estaría mucho más peligroso.
Aparece una pareja que ya baja de la montaña… es la hora de bajar y no de subir, la verdad. Pero nos da ánimos verlos porque entonces confirmamos que vamos por el buen camino. Más arriba del campo de nieve sobre las grietas y glaciares casi en la parte más alta, a la izquierda, de este gran hueco con estos glaciares, aparece una escondida canal que desde abajo no se ve, y solo te das cuenta de ésta cuando te acercas a ella al final de un cono de nieve bajo paredes rocosas infranqueables, o quizás mientras te acercas al Grünhornlücke y antes de que la montaña te impida su visión.
Realmente antes de ascender por este lado de los glaciares, yo pensaba que había que ir de glaciar en glaciar por sus lenguas, cruzando desde casi el lado derecho de este sistemas de glaciares, hacia la parte izquierda… pero menos mal que hicimos caso al guía. El día sigue siendo increíble, soleado, con poquísimas nubes y con una visibilidad encomiable y privilegiada… a pesar de haber hecho fotos de esta subida por el Grüneggfirn hace 5 años, no desperdicio el momento, lugar y meteorología, para hacer de nuevo más fotos inmortales del lugar.
Siguiendo las huellas hacia arriba en busca de esta canal semi escondida, vemos algunos agujeros en la nieve, grietas… es posible que otros grupos o montañeros hayan pasado por aquí antes y alguno se haya colado… intentamos rodear dichas grietas y agujeros para no correr la misma suerte. Y ya por fin vemos el pequeño corredor. Giramos un poco hacia la izquierda y lo enfilamos recto hacia su parte más alta, mientras se va estrechando.
Llegados a la parte más alta hay un paso entre roca, hielo o nieve dura, con un hueco o agujero en la parte que la nieve toca la roca… hay que confiar en la nieve dura y elevarse tocando casi el vacío para llegar a la salida del pequeño corredor y asentarnos en lo que parece la cresta suroeste cimera del Grünegghorn. Seguimos pocos pasos de huellas entre la dura nieve y la roca a la izquierda para enseguida subirnos a la cresta de nieve que forma una pala ondulada, para seguirla hacia arriba en busca del mismo Grünegghorn, antecesor del Grünhorn…
Pero cuando Manolet ya estaba caminando por esta pala cimera de nieve dura hacia la cresta de roca cogiendo altura, decidimos no seguir. Son las 12:00 de la mañana. A esta hora ya tendríamos que estar bajando y sin embargo nos queda un buen trecho de cresta hasta un pico, y después otro trecho hasta la cima del Grünhorn. Aunque nos han dicho que es fácil el ascenso a esta montaña y que solo hay un pequeño paso de roca en la cresta que nos falta, ya estamos al mediodía, y viendo las grietas que tenemos que cruzar a la bajada, desandando el camino, escondidas entre la nieve justo bajo el pequeño corredor… decidimos almorzar al filo de esta cresta cómodamente y no seguir adelante hacia el pico… ¡Nos teníamos que haber levantado antes!
Estamos casi a 3.500 metros y las vistas son impresionantes: tenemos un perfecto mirador hacia el oeste con la unión de los glaciares en Konkordia y la visión del increíble, perfecto, alto y precioso Aletschhorn, con el plateau ondulado de hielo característico de su cima acabado en un puntiagudo piquito… ahora sé que, para ascender esa preciosa montaña, no podemos tocar el Glaciar Aletsch. El día sigue siendo espectacular, increíble, solo una pequeñísima nube cubre parte del elegante Jungfrau algo más al norte, pero la visibilidad es increíble, seguimos siendo unos privilegiados a pesar de que no hagamos ningún pico… al menos por los magníficos días de los que disfrutamos.
Mientras nos comemos el almuerzo hacemos un pequeño debate entre lo que los catalanes llaman desayuno, esmorzar, y el almorzar castellano… no existe el almuerzo en la lengua y costumbres catalanas, las comidas entre que te despiertas hasta la del mediodía, sigue siendo el desayuno, el esmorzar. Hay que explicárselo a Manolet. Charla animada, amigable. Estamos en un rincón precioso de los Alpes y el tiempo y vistas son perfectas… lástima no haber madrugado antes para haber intentado con más seguridad la cima del Grünhorn; aquella cima que mencionaba repetidamente Toni cuando visitó el Refugio del Finsteraarhorn mucho tiempo atrás antes que yo. Curiosamente un famoso escalador suizo reconocido internacionalmente, Erhard Loretan, murió en el fácil paso de ascenso a esta montaña, al Grünhorn; suponemos que como otros grandes alpinistas que han hecho proezas en las montañas del mundo, tuvo un accidente, un descuido, que acabó con su vida.
Delante los glaciares oeste del Grünhorn, abajo el Glaciar Aletsch y Grosser Aletchsfirn, con el collado del Refugio HollandiaHütte al fondo, y a la izquierda el Aletschhorn
Emprendemos la bajada. Desandamos el camino ascendido pasando por el paso entre roca y nieve dura, helada, de la parte alta del pequeño corredor. Sin problemas. Si confías en la nieve dura, todo perfecto… según nos comentan los Alpes están fatal desde los 3.500 metros hacia abajo, pero hacia arriba está todo mucho más estable y normalizado… estamos casi a esa altura límite; pero las grietas bajo la nieve están a más baja altura y en plena vertiente sur mirando al escalfador sol.
Las bajadas suelen ser rápidas si los crampones agarran bien y el camino es conocido, pero en este caso, tenemos que sortear algunos agujeros, pasar palas de hielo vivo del sistema de glaciares bajo el Grünegghorn… curiosamente encontramos más huellas en la nieve que cruzan sitios por los que no habíamos pasado en la subida, y también huellas, señales de caídas de rocas, piedras, peligrosas, de hecho nos asustamos algo al ver como algunas de esas rocas, piedras, caían de lo alto de las paredes que quedaban al oeste y bajaban a una velocidad y fuerza estremecedoras, acercándose o cruzando las huellas por donde teníamos que pasar… ¡Hay que salir de aquí ya! Los Alpes se desintegran, las montañas se caen cuando la temperatura sube en sitios que no suelen hacerlo.
Ahora, en este magnífico día, las vistas que teníamos a la espalda mientras subíamos, las tenemos ahora delante; y me sorprendo al descubrir el perfil tan agreste, abrupto, enorme y magnífico, lleno de paredes y retorcidas verticalidades, del alto pico que cierra el Grünhornlücke hacia el sur, cuando hacia el norte lo cierra el antecesor del Grünhorn, el Grünegghorn, y es el impresionante Fieseher Gabelhorn. Impresionante, soberbio, espectacular.
Más abajo Pau nos pide encordarnos ya que tiene temor, miedo o respeto (él decía que respeto pero yo le decía que miedo) para bajar las pendientes casi verticales del hielo vivo del glaciar en esta parte de la bajada, antes de llegar a la parte del Grüneggfirn o cercana a ella. Una caída aquí no te para el piolet por la dureza del hielo. Yo lo ato y lo llevo con la cuerda casi tensa a medida que bajamos, así si resbala la cuerda evitará que coja velocidad y se quedará en el mismo punto de la caída. Aun así va muy desconfiado, lento y con temor. Muy poco a poco. Yo por el contrario voy seguro, suelto, casi alegre… Pau no parece confiar mucho en mi destreza ante una caída. Manolet va solo sin problemas.
Más abajo, después de atravesar incómodos lugares de piedras y rocas sueltas con los crampones puestos, llegamos al “tobogán” del último glaciar o lengua glaciar que nos dejará en el glaciar principal de abajo, del fondo del valle que llena todo, el Grüneggfirn. Pau y Manolet se han adelantado, pero los cojo mientras caminamos ya por el fácil Grüneggfirn ahora hacia la derecha y abajo en busca de Konkordia. Caminando por el Grüneggfirn Manolet intenta buscar el camino más directo a las escaleras que nos suban al Refugio de Konkordia, pero no siempre es el mejor o más rápido; siempre es mejor ir por el centro de la gran lengua glaciar hasta el punto en el que se ha de girar hacia el destino. Manolet busca el mejor recorrido. Le encanta hacer de guía u organizador de actividad in situ, previendo o aconsejando cual es el mejor sitio, recorrido… disfruta como un niño.
Es desandar el camino o trayectoria entre el sistemas de glaciares colgantes bajo el Grünegghorn y Konkordia realizado en la subida, no hay ni pérdida ni problema. Y una vez en la tremenda escalera de los 200 escalones y 150 metros de desnivel, Manolet la vuelve a subir como si el abismo del averno estuviera justo debajo de nosotros, con las dos manos agarradas a las barandillas.
Y ya de nuevo en el Refugio Konkordia, tiempo para el relax y hacer fotos de la puesta de sol al otro lado del paisaje de este cruce de glaciares y crestas en montañas picudas. Como siempre, un privilegio, el día aguanta y las vistas, el paisaje es impresionante. A pesar de ser las mismas fotos que esta mañana, la posición del sol, hace que parezcan otro inmortal paisaje. Impresionante. Observamos un desprendimiento de un serac en uno de los glaciares colgantes al otro lado del Glaciar Aletsch, justo el comienzo de la escarpada y encrespada cuerda que sigue hacia la cima del Aletschhorn. Oímos como se desprende, cae, el estruendo es algo terrorífico; es como escuchar la destrucción del paisaje… que hubiera pasado si esto nos pasa cerca de nosotros esta mañana… ¡Los Alpes se derrumban!
Esta vez hemos llegado con tiempo para la cena, con lo que podemos relajarnos y rehacer la mochila, ordenar nuestras ideas y cuerpo… me hago las curas de los talones ¡No se curan! De nuevo tengo que quitar el Compeed usado, limpiar la herida y ponerme otro nuevo… algo me dice que estas heridas no son por “el baile” de la bota y que las voy a tener cada día en toda la actividad; incluso que irá a peor. A ver mañana que tal. Mañana nos toca hacer un recorrido por el Glaciar Aletsch que no hice hace 5 años… es como ir a su Nacimiento, al famoso alto lugar del Jungfraujoch, y las cercanías de sus montañas más altas y famosas, el Jungfrau y el Mönch. Tengo ilusión por ver con mis ojos estos sitios… tantas veces oídos, contados… aunque no bajaremos por el famoso tren del Jungfraujoch… ¡Lo dejaré para otra ocasión!