Francesc tenía la ilusión de subir o visitar el Refugio Hörnli. El mítico refugio punto de partida a la ascensión de una de las montañas más emblemáticas de los Alpes y quizás la más visitada y famosa de Suiza, el Matterhorn, el Cervino. Por ello el primer día de visita a este país y como actividad de aclimatación antes de asolir nuestros objetivos alpinos, subiríamos hasta el mencionado refugio; construido y ubicado en el comienzo más técnico de esta cresta, del mismo nombre, por la que se conquistó por primera vez la cima de esta formidable montaña.
Por ello dejamos Täsch para coger el tren desde su estación. Ya había hecho en otras ocasiones en nuestras visitas a este idílico y cada vez más presionado, pueblo de Zermatt. Y una vez en Zermatt debemos cruzar el pueblo entero para llegar al teleférico que queda al otro lado de Zermatt y es el que te lleva al KleinMatterhorn o incluso a Italia, este caro, caro teleférico… Ya en el viaje a Suiza en el que ascendimos al Finsteraarhorn, Luis Segura quiso llegar hasta el punto donde salía este teleférico por curiosidad… pero sin montar en él.

Subiendo al Refugio Hörnli, dicho refugio en mitad de la cresta, y detrás la cresta entre nubes hacia la cima del Cervino
Francesc y Jordi pasan por Zermatt como si el quedarse a mirar sus edificios o lugares, ya les hicieran pagar y gastar dinero, ni si quiera pasar por el cementerio junto a la iglesia para recordar las tumbas de aquellos viejos y legendarios montañeros que intentaron ascender el Cervino o cualquiera de las montañas de alrededor de Zermatt y murieron en el intento.
Si llegas por abajo después de cruzar el rio, hay un gran ascensor que te sube al pié de las taquillas, si ya has cruzado el rio y lo coges desde arriba, ya te lo encuentras al final de una calle junto a unas tiendas para alquilar material. Según el viejo mapa, esta zona entre el Cervino y el Monte Rosa está plagado de teleféricos, pero solo hay uno que lo cruza todo hasta el KleinMatterhorn, saliendo desde Zermatt. De hecho, según el mapa hay que coger el teleférico, bajarse y coger otro en Furi, que nos llevará a Schwarxsee, lugar donde comienza la senda que nos lleva al Refugio Hörnli; pero no es así, el mismo teleférico después de pasar por Furi te lleva a Schwarxsee, sin cambiar de transporte ni cabina. Antes preguntamos precios: si subes más arriba, pagas más.

Terraza del Refugio Hörnli, 3.260 mts., con vistas al Monte Rosa cubierto a la izquierda y el Breithorn en el centro derecha y el Klein Matterhorn a la derecha
Así pues, cogemos el teleférico y comenzamos la subida, las largas subidas, por las laderas, a veces plagadas de verdor y casitas aisladas, caminos y vida, movimiento, y más arriba sin verdor, con el color gris de la roca y los restos, rastros dejados por los antiguos glaciares que se han ido retirando y desapareciendo… un paisaje más desolador lleno de piedras y terrenos yermos.
El tiempo no es el mejor posible para hacer montaña: está nublado, pero con nubes que vienen y van y de vez en cuando nos dejan ver las cimas de las montañas, pero por suerte no precipitará en la actividad, cuatro gotas caerán antes de llegar al refugio. Al menos no hará calor. Llegamos Schwarxsee y nos bajamos del teleférico. Admiramos las vistas que, mientras subíamos, se iban abriendo: hacia el oeste el Cervino medio cubierto, esperando a que las nubes se vayan de su cima para hacerle la foto a esta extraordinaria y espectacular montaña. Abajo hay un laguito, y a su derecha una senda con carteles indicadores de recorridos. Hay que seguir por aquí. Pero hacia el lado opuesto se abre todo el espacio del macizo del Monte Rosa, con el alto e impresionante picos que tienen el título del techa de Suiza, por sobrepasar los 4.600 metros: el Nordend a la derecha, el alto Glaciar del Monte Rosa y el afilado pico de la Punta Dufour, mi ansiada y obsesionada DufourPitze. Por el momento el tiempo nos deja ver sus cimas, y observamos todo el recorrido de ascenso, esos 1.800 metros de desnivel, desde el Refugio del Monte Rosa (MonteRosaHütte) y la cima allá arriba. Espectacular imagen, vista. Bajo ellos el recorrido escuálido y sobreviviente del Glaciar Gorner y Grenx, cada año con menos cantidad de hielo viviente. A la izquierda y como en el centro, las espectaculares vertientes oeste del Liskamm, llenas de seracs, hielos, vertiginosas pendientes y desafiantes cimas; y más a la izquierda y más cerca, la larga cresta del Breithorn, que, a pesar de su accesibilidad por el lado más fácil del mismo pico, se presenta escarpada, espectacular y comprometida desde aquí… Impresionantes.

Desde el Refugio Hörnli, 3.260 mts., al fondo en el centro izquierda el Monte Rosa con el Nordend a la izquierda y la Dufourpitze a la derecha, a su derecha entre nubes el Liskamm, y mas a la derecha el Breithorn (el mas grande) y el Klein Matterhorn cubierto. En el centro los lagos entorno a Trockenen Steg
Estamos a 2.588 mts. y debemos subir a 3.260 mts. de altura del Refugio Hörnli, casi 700 metros de desnivel. La senda y los carteles indicadores son claros. Hay más gente que suben y bajan, parejas de turistas con ganas de caminar, algún que otro montañero… el Refugio Hörnli en el Cervino es un lugar mítico también que visitar para los “turistas de la historia” (en este caso de la montaña). La senda es visible y ancha, y observo como se encarama, por un lado, por la cima de lo que será la Arista Hörnli, y aquí es una loma cimera, un cordal fácil pero con pasos interesantes.
El camino tiene recorridos con escaleras metálicas, pasillos al aire junto a la pared, metálicos, cadenas, maromas. Pasa de un lado al otro del cordal. Observamos como se va abriendo más aún el paisaje a medida que cogemos altura. Lástima el tiempo que hace por lo que las nubes nos impiden observar los detalles del ascenso por la Arista Hörnli del Cervino, al que poco a poco nos estamos acercando, y poder contemplar y admirar esos pasos de roca de II y IIIº tan míticos y escabrosos, que a tantos montañeros atrae.
Y por fin llegamos al Refugio Hörnli a 3.260 mts., después de una subida en zigzag y unas cuantas escaleras metálicas, alguna de ellas vertiginosa. El enorme edificio está ubicado estratégicamente en un punto de la ladera o cordal, en su parte más alto, a partir del cual ya comienza la verdadera subida al Cervino, aunque desde lejos parece que esté en mitad o casi a la mitad de dicha cresta. Hemos tardado unas 2 horas; cosa que preocupa a Francesc ya que piensa que un buen entrenamiento es llegar antes a los sitios, tener velocidad y capacidad potencial. Pero no es lo esencial en las montañas de los Alpes. Nos paramos a hacer fotos al paisaje, antes descrito y al mismo refugio. Ahora el paisaje se completa con el yermo páramo de alta montaña abandonado por los glaciares en el espacio que separan las montañas justo debajo del Breithorn y el KleinMatterhorn, también con laguitos aquí y allá… de hecho en esta zona hay una ruta para recorrerte dichos laguitos. No se puede hacer picnic en la terraza; prohibido. Con lo que la final nos metemos en el comedor del refugio para pedir alguna de sus caras cervezas, y comer algo de lo que llevamos en las mochilas.
Desde la terraza nos quedamos contemplando la arista detrás del refugio. Vemos puntos de colores, rojos, azules… con cascos blancos, son montañeros que aún bajan del Cervino. La pared es alta, espectacular y larga, pero no es totalmente vertical, parece más bien escalonada con pasos de escalada y trepada, pero larga y atrayente. Más arriba se pierde entre las nubes y no podemos observar el tramo más complicado y vertical, antes de coger la cresta más fácil hasta la afilada cima del Cervino. Impresionante. Hay una cámara que filma u observa como si fuera un telescopio con su zoom, en dirección a la nombrada cresta Hörnli. Algunos montañeros se saludan entre los que bajan de la cresta y los que les esperan en la terraza. Felicitaciones.
El refugio es un edificio alto de varias plantas, reformado o nuevo en el interior, lujoso, como son todos los refugios suizos. Tiene bastante movimiento y camareras que van de aquí para allá: el comedor está lleno y no necesariamente de los montañeros que han querido subir al Cervino. Observamos el mismo y sus glaciares, muchas montañas y lugares reconocibles por mí. Me fijo en el Monte Rosa y la Punta Dufour. Nunca la había visto desde esta perspectiva. Es fantástica. El tiempo mejora y aunque el sol no sale para iluminarnos, las nubes nos dan una tregua y por fin admiramos el magnífico paisaje alpino del Monte Rosa, Liskamm y Breithorn.
Bajada rápida, poca bebida, poca comida y dolor de cabeza con cansancio que me viene cuando ya hemos bajado a Zermatt. Hablando con Jordi le digo que es mejor que el dolor de cabeza y cansancio me venga ahora y no después en las montañas que queremos subir, como si fuera una especie de “aclimatación”.
Bajamos rápidamente a Täsch. Igual que a la subida, ahora a la bajada Francesc no quiere mirar ni cafés ni escaparates por si le cobran. A mí que me gusta curiosear y pasearme por esta gran capital de las montañas Alpinas, como siempre que venimos, llena de gente, montañeros y turistas… pero este año la encuentro más fea, menos agraciada: han retirado de los balcones los bonitos tiestos de geranios rojos, tan característicos de los pueblos y casas alpinas suizas. Qué lástima. Nada de visita a Zermatt (nada que ver con la anterior visita) … pero aprovecho para comprarme el mapa que me quedaba, el de RADA. Después de no encontrar estos mapas en las estanterías de la Librería Altäir, y encontrar muchos de ellos en la Lliberia Horitzons también en Barcelona.
Un colegio de solo niñas mejicanas, de muchas niñas, intentan coger el mismo tren que nosotros, y pensamos que nos quedamos sin asiento. Pero no.
En Täsch un ibuprofeno y siesta de 30 minutos, ducha y como nuevo. Llueve al final de la tarde. Llamo a Anna, Javi y Zaida. Intento que me cuenten los detalles de la fácil subida al pico que será nuestro próximo objetivo: el Allalinhorn. Pero no me queda claro y no llego a hablar con Zaida sobre la montaña. Hago la mochila para mañana y al saco a escribir. Compartimos litera con la misma familia de japoneses con niño y niña pequeños que son un encanto, y un joven guiri… el niño no quiere dormir solo y la madre decide compartir colchón con él… por cierto, el precio de subir a Schwarxsee y bajar, unos 218 € los 3. Una locura.
















